Si abro mi teléfono ahora mismo, seguro tengo al menos tres recordatorios pendientes, una lista de cosas por hacer y un par de eventos agendados en mi calendario digital. Y sé que no soy el único. Parece que, sin estas herramientas, nuestra vida se volvería un completo caos. Pero, ¿nos estamos volviendo demasiado dependientes de ellas?
Vivimos atados a las notificaciones
No hay nada más satisfactorio que tachar una tarea en la lista o recibir la notificación de que cumplimos con un objetivo. Pero a veces me pregunto: ¿realmente necesitamos un aviso para todo? Antes, recordábamos fechas importantes de memoria o anotábamos lo esencial en una agenda física. Ahora, si el teléfono no nos avisa, es como si el evento nunca hubiera existido.
La paradoja de la productividad
Usamos estos sistemas para organizarnos mejor, pero a veces pasamos más tiempo actualizándolos que haciendo lo que realmente importa. Es como si necesitaras entrenar para un maratón, pero en lugar de correr, pasaras horas planificando cada sesión de entrenamiento en una app. Sí, ayuda, pero no reemplaza la acción.
Pasamos demasiado tiempo frente a pantallas, especialmente los que trabajamos en oficina. Por eso, intento equilibrarlo con actividad física: salir a correr, jugar fútbol con amigos o simplemente dar un paseo sin revisar el teléfono cada cinco minutos. Lo mismo aplica para la organización: los calendarios digitales son útiles, pero tampoco está mal confiar un poco más en nuestra memoria y en la espontaneidad.
Usa la tecnología, pero no dejes que te controle
No digo que debamos abandonar las herramientas digitales, porque son una gran ayuda, pero sí que es bueno cuestionarnos si las usamos con inteligencia o si nos volvimos esclavos de ellas. A veces, lo mejor que podemos hacer es simplemente disfrutar el momento sin necesidad de que una notificación nos lo recuerde.